Yo ya te escribí una vez (http://quedatepiolita.blogspot.com/2013/12/respuesta-11.html?m=1) y vuelvo hacerlo para contarte algo más.
(Cuando me diste una respuesta ya habían pasado hartas cosas... como la gira).
En la gira de cuarto tenía todas las intenciones de hablar con el niño de la historia, quería decirle lo que sentía y pensaba, pero no podía, porque si le contaba todo mis ex compañeritos sabrían que me gusta el pilín y que me atraía el cabro en cuestión.
El viaje era largo, unas diez horas en bus, para llegar al destino. Tenía tiempo para pensar lo que haría con él. Salimos como a las once de la noche del pueblo. Durante el viaje se sentó conmigo un rato, escuchamos música, conversamos y disfruté de él. Después de un rato se paró y fue a buscar su mochila, sacó una cerveza, la abrió y me la pasó. (En el bus todos iban tomando, parecía “tomatera” en vez de “gira de estudios”). Ya poh, nos pusimos a tomar, a tomar y a tomar… Eran como las tres de la mañana y me dice una weá así como que lo acompañe al baño que tiene ganas de algo, pero no me dice de qué. Filo. Nos dormimos y despertamos casi al llegar al otro lado de la cordillera.
Yo, no sé si de weón o de inocente, me saqué hartas fotos con él, trataba de estar lo más cerca de él, aproveché cada momento para tocar sus manos y la volá. Hasta escribimos nuestros nombres, “Fulanito y Juan”, en algún lugar. Me sentía bien poh, imagínate, el cabro que te calienta te coquetea un poco y quiere pasar hartos momentos “lindos” contigo.